Algunas personas piensan que una vez que se aprendió a conducir y se tienen años de experiencia en su haber, ya se es un conductor seguro. Sin embargo, no siempre es así. Es cierto que la experiencia de horas al volante aumenta la destreza y ayuda a conducir mejor. De hecho, en los primeros cuatro años de conducción las personas tienden a sufrir más choques que en los años posteriores. Sin embargo, también los conductores experimentados sufren graves accidentes.
Todo el proceso de la conducción, mientras el conductor atiende selectivamente a la situación del tránsito, la manera en que la percibe, el modo en que interpreta y juzga los hechos, hasta cuando decide cómo actuar y actúa, se encuentran influidos por su personalidad, el estado emocional, la autoconfianza, las preocupaciones, sus actitudes frente al riesgo, etc.
Por ello es importante reconocer en uno mismo, aquellas situaciones vitales, o circunstancias, que pueden, por razones emocionales, perjudicar un desempeño seguro en el tránsito. Y también estar atento para detectar estos problemas en los comportamientos problemáticos de los demás usuarios de la vía, para actuar en consecuencia y evitar accidentes.
Muchas veces los conductores inmaduros o agresivos se cruzan en nuestro camino y pueden ser la causa de un accidente que nos involucre.
Estar preparado para reaccionar adecuadamente puede evitarlo. Algunos consejos: