El pasado domingo a la madrugada, tres jóvenes de 17 años murieron y otros dos chicos resultaron heridos, cuando la camioneta en la que viajaban chocó contra la valla de contención de la autopista Panamericana, se partió en dos y una de las partes del vehículo cayó desde el puente por el que transitaba. Cuatro de ellos, incluido el conductor del vehículo, eran jugadores de rugby del club Newman y volvían de una fiesta que se había realizado en la sede de Benavídez. El accidente ocurrió en el ramal Campana de esta vía, en el partido de Malvinas Argentinas, cuando la Toyota Hilux con los cinco chicos que se dirigían hacia Capital Federal, chocó contra el guardarrail del puente que cruza la avenida. A raíz de esa colisión, se partió en dos: el sector delantero cayó al vacío y terminó sobre la banquina de la avenida.
Estudios internacionales han podido corroborar que los conductores de entre 15 y 25 años son los que participan en mayor cantidad de accidentes de tránsito, siendo responsables o causantes principales de los mismos en una proporción mucho mayor que los adultos: Cometen más errores que los mayores al conducir, sufren más accidentes univehiculares (por ej. al perder el control de la dirección, se salen del camino y vuelcan o chocan contra objetos fijos), conducen a excesiva velocidad en mayor proporción que los mayores, conducen alcoholizados; con frecuencia, al momento de producirse los accidentes no usan cinturones de seguridad, en mayor proporción que los adultos.
En el análisis de las causas posibles, los especialistas coinciden en la importancia del momento evolutivo que viven los jóvenes menores de 25 años. Se dice que el cóctel fatal lo constituyen la combinación de "inmadurez" e "inexperiencia".
No es una cuestión de habilidades. Ellos se encuentran en un momento óptimo de su desarrollo físico. Sus capacidades mentales y físicas se desarrollaron plenamente. Sus respuestas perceptivas y motrices, reflejas y voluntarias, son óptimas. Sus aptitudes para aprender a maniobrar el vehículo son las mejores. Sin embargo, se accidentan más que los mayores. Porque conducir un vehículo es una actividad compleja que compromete a la persona en su totalidad, física y psíquica. Y en esto último radica el problema. Las aptitudes, teóricamente pueden ser las mejores, pero las actitudes que determinan los comportamientos al conducir no siempre son las adecuadas.
Factores tales como: inestabilidad emocional, rebeldía, influenciabilidad y omnipotencia, atentan contra la conducción segura. Las actitudes de los jóvenes al volante son, muchas veces, opuestas a la seguridad vial. Se colocan en situaciones límite, y precipitan así, los hechos trágicos que llenan las crónicas policiales y las estadísticas.
(Fuente: Revista Luchemos por la Vida Nº 11)