19 personas muertas, y varios heridos de gravedad al volcar un ómnibus en una peligrosa curva del kilómetro 1.223 de la ruta 7. ¿Por qué se repiten estas tragedias?.
Sabemos, por testimonios de sobrevivientes que viajaban en ese micro chileno, que el chofer conducía en forma ostensiblemente temeraria, a muy alta velocidad para un camino de montaña y con cerradas curvas. Y decimos ostensiblemente, porque de lo contrario, los pasajeros no se habrían percatado de ello, ya que el tacógrafo no sonaba, aunque quedó clavado en los 100 km/h. Y la máxima permitida en ese tramo de la ruta era de 40 km/h.
Los pasajeros se quejaron varias veces. Una reacción muy saludable y necesaria, pero insuficiente, ya que el chofer hizo caso omiso a los reclamos. Y sucedió lo peor.
¿Qué le pasaba a este chofer “profesional”? ¿Estaría alcoholizado o drogado?
En ese tramo de la ruta 7, altamente riesgosa, ¿había un radar para controlar la velocidad y disuadir a los temerarios de ir más rápido?
Quienes fallecieron ¿Estarían usando el cinturón de seguridad?
¿Quién capacita y supervisa a los choferes profesionales?
¿Hasta cuándo las autoridades mirarán hacia otro lado ante los conductores profesionales irresponsables que a diario, a toda hora y en todas las rutas y calles conducen dando el ejemplo de lo que no se debe hacer al volante, con fatales consecuencias?
María Cristina Isoba
Directora de Investigación y Educación Vial
Luchemos por la Vida