Cada vez más ciudades en Argentina están reglamentando la reducción de la velocidad máxima en de 40 a 30 km/h en algunas zonas o calles urbanas. También, en algunos casos, de 60 a 50 km/h. en las avenidas. Muchos conductores se quejan, piensan que son demasiado bajas.
Sin embargo, esta es una tendencia mundial dirigida a reducir la mortalidad en el tránsito.
Días atrás, el 3 de julio por la tarde, un peatón de 19 años, murió atropellado por un micro mientras cruzaba la calle, en Av. Santa Fe y Carranza, Palermo, Ciudad de Buenos Aires. Horas antes, una mujer de 63 años falleció, en el barrio de Flores, tras ser atropellada por un coche en Av. Gaona y Donato Álvarez. En la ciudad de La Plata, Prov. de Buenos Aires, un conductor de un auto atropelló a un niño de 4 años mientras cruzaba la calle y huyó. El pequeño sufrió graves lesiones. El mediodía del martes, un hombre de 87 años de edad fue atropellado por un vehículo en el barrio Colinas de Villa Carlos Paz, Córdoba. Y la lista podría continuar con víctimas en todo el país.
Más allá de quién haya sido culpable de estos hechos, que las pericias determinarán, el error humano, es responsable de casi el 90 % de los siniestros de tránsito. En ellos, la velocidad a la que se está circulando y se choca es determinante de las lesiones corporales que sufrirán los involucrados, o sea de la vida o la muerte de las personas.
Estudios internacionales han demostrado que una disminución de la velocidad de 40 km/h a 30 km/h reduce en dos tercios las muertes en el tránsito. Un peatón atropellado a 30 km/h tiene un 90% de posibilidades de sobrevivir, pero esa chance se reduce a un 70%, si es impactado a 40 km/h. Uno de cada 10 morirán a 30 km/h, mientras que 3 de cada 10 morirán a 40 km/h, y 8 de cada 10 si el impacto sucede a 60 km/h.
En el mundo, cada día son más las ciudades que disminuyen la mortalidad vial y disfrutan de calles seguras, con límites de velocidad bajos, acompañados con el diseño de infraestructuras y la aplicación efectiva de la ley, transformando los espacios públicos para beneficio de toda la comunidad y protegiendo a los más vulnerables en el tránsito, los peatones y los ciclistas, los niños, los adultos mayores y las personas con discapacidad.
En Argentina, Luchemos por la Vida, promueve esta iniciativa: lograr reducir la velocidad a 30 km/h en calles con el apoyo de familiares de víctimas y ONG del país para disminuir las muertes y generar ciudades más seguras, verdes y habitables. Más de 30 ciudades ya manifestaron su interés en la propuesta, y muchas avanzaron en la legislación de la reducción de velocidad en sus calles
La OMS afirma que un aumento de la velocidad promedio de 1 km/h da lugar a un aumento del 3% en el riesgo de sufrir un siniestro y un aumento de entre un 4% y un 5% en la cifra de fallecidos.
¡Disminuir la velocidad salva vidas!
*Fuentes: Clarín, Suquía, Vía País