El conductor, de 42 años, viajaba con sus hijas de 7 y 14 años. Ocurrió a las 7 de la mañana del domingo en Santa Fe, sobre la Ruta 7, terminó con su auto sumergido en la laguna La Picasa, y todos sus ocupantes con cuadro de hipotermia.
Al parecer intentó evadir un control de la Gendarmería Nacional. Pese a los carteles y señalizaciones que advierten de desvíos por inundaciones "el conductor igual siguió por un sector prohibido... hasta que el motor del vehículo se detuvo y entonces le pidió auxilio al personal que estaba haciendo los controles que él quiso eludir. Fue un acto de irresponsabilidad que podría haber terminado peor...”, comentó un vocero de la fuerza.
Esta situación se repite por millones en nuestro país, y muchas veces termina en tragedias.
¿Por qué este padre arriesgó la vida de sus hijas, y la propia?
¿Acaso no quiere a sus hijas? ¿Por temeridad? ¿Por desapego a la vida? ¿Como un desafío? Sería simplificar el problema, querer encontrar una sola causa para este comportamiento.
En realidad, en la calle, así como en la casa o en el trabajo, las personas vivimos exponiéndonos a riesgos evitables. Sabemos que nos estamos arriesgando, pero lo hacemos igual, porque creemos que el riesgo es ínfimo, y sentimos que tomar ese “pequeño riesgo” nos beneficia. La resultante de esta combinación entre una percepción del riesgo disminuida, es decir, que minimiza el riesgo objetivo, y lapercepción del beneficio personal por la toma de este riesgo, genera un comportamiento riesgoso.
En este caso, no se perdieron vidas, pero el resultado de esta conducta temeraria al volante, son los altos índices de morbi-mortalidad que todos sufrimos y lamentamos.
Fuente: Infobae. Foto: Misiones Online