Un caso que ocupó las primeras planas y el tratamiento extenso de todos los medios, y que deja al descubierto nuevamente la impunidad y la corruptela de algunos funcionarios públicos que, lejos de cumplir con sus deberes, se abusan y intentan hacer uso de las prerrogativas de sus cargos, para su beneficio propio, en detrimento de los derechos de la comunidad toda. En este caso publicado recientemente, se evidencia la absoluta falta de conducta, ética y pudor que debe tener todo ciudadano, más aún si se trata de una funcionaria pública, que debe dar el ejemplo, ya que la persona involucrada es una jueza a cargo del Juzgado Contravencional N° 28 de la ciudad de Buenos Aires, quien protagoniza hechos vergonzosos al pretender incumplir el trámite y tratamiento que corresponde a los infractores de tránsito de la ciudad, justamente el área de su competencia. Según trascendió a través de los medios, a mediados del mes de septiembre, una grúa levantó de la vía pública el automóvil de la jueza Rosa Elsa Parrilli, porque estaba mal estacionado. El vehículo fue remolcado a la playa de infractores, y allí arribó enfurecida la jueza y protagonizó un escándalo, agrediendo verbalmente a las dos agentes de tránsito del gobierno porteño, encargadas del trámite de verificación de la cédula verde y licencia de conducir del usuario de un vehículo que ha sido llevado por la grúa. El episodio quedó registrado por las cámaras de seguridad de la oficina y la filmación fue difundida en los medios de comunicación. "Señorita, venga acá. La que manda acá soy yo. No tengo que pagar, como no pago nunca en la vida", dijo la jueza a una de las trabajadoras, quien le pidió, con la esperanza de evitar una agresión verbal, que no fuera "maleducada". "Estás ante una jueza. Espero que no caigas nunca en mi jurisdicción porque te meto presa...", amenazó Parrilli.
Y como si no fuera poco, para empeorar aún más las cosas, cuando una de las empleadas le comunicó que tenía que ver a un controlador para que evaluara su situación y la jueza expresó: "Yo no tengo que ir a ningún tribunal de faltas, ya que a ellos [los controladores] también los mando yo. Que alguien me acompañe al auto". Poco antes de retirarse, la jueza, con una actitud claramente discriminatoria, gritó: "¡Todas morochas! ¡Ni una rubia contratan!", entre gritos y ademanes.
Luego, la magistrada fue a ver a una controladora de faltas, quien le perdonó la multa y el acarreo que se había negado a pagar, tras lo cual la controladora fue suspendida por nueve días debido a la falta de claridad de los fundamentos de la condonación.
Aún no se conocen las sanciones que las autoridades competentes impondrán a esta pésima funcionaria.
Por el contrario, es destacable la conducta que tuvieron las agentes que fueron víctimas de la situación, quienes pacientemente no dejaron que la mala educación, la prepotencias, las amenazas y la condición de jueza de la infractora las hiciera apartarse del deber que debían que cumplir y que podemos rescatar de este insólito episodio, como ejemplo de comportamiento en un funcionario público