El pasado jueves 13 de junio a las 7:07 de la mañana, un tren del ferrocarril Sarmiento que iba hacia Moreno embistió a otro que estaba detenido en la estación Castelar. El conductor del tren afirma que fallaron los frenos, pero desde el Ministerio del Interior y Transporte se niega que los frenos hayan sido accionados.
Mientras se cruzan estas declaraciones, la realidad es que 3 personas fallecieron y al menos 315 resultaron heridas en un accidente que inevitablemente trae a la memoria la tragedia de Once de 2012.
Quien utilice el tren de la línea Sarmiento, o deba cruzar por sus pasos a nivel, con barreras descompuestas gran parte del tiempo, puede comprobar que el riesgo sigue latente y a la espera de nuevas tragedias.
Más allá de los errores humanos individuales, hay responsables primeros: aquellos funcionarios que deberían controlar la calidad del servicio público y no lo hacen. Los que disponen en qué se invierten los dineros públicos, que llevan años con obras pendientes, como el soterramiento, anunciado en atractivos carteles que penden en muchos pasos a nivel, que duerme en algún escritorio, mientras los ciudadanos, usuarios de este servicio público esencial, y los transeúntes de la ciudad, se ven obligados a sufrir las consecuencias en carne propia. A veces, pagando hasta con la vida, la desidia, irresponsabilidad, corrupción y cinismo de las autoridades a cargo. Lo decíamos hace un año y casi nada cambió. Es triste decirlo, pero es la más pura verdad. ¿Cuántas víctimas más deberán sumarse para que se realicen los cambios imprescindibles?
Foto: agepeba.org