Resulta significativo el reconocimiento por parte de los conductores de su agresividad directa durante la conducción. La mayoría, el 53%, reconoce que insulta y gesticula cuando otro conductor lo molesta con sus maniobras, y el 42% devuelve las agresiones verbales-gestuales que recibe. El 53% reconoce que toca la bocina al conductor que lo molesta en el camino. El resultado “reconocido” deriva en que un 9% de los varones ha llegado a trenzarse en una lucha cuerpo a cuerpo a raíz de un problema en el tránsito.
Claramente, los varones son más agresivos que las mujeres al volante. Sin embargo, tampoco las damas resultan pacíficas. La mitad de ellas reconoce insultar a quien la molesta, el 39% toca la bocina al que lo importuna en su camino.
En lo que hace a la conducción agresiva ambos sexos reconocen “olvidar” la prioridad al peatón en las esquinas, las mujeres, 39%, en un porcentaje mayor con respecto a los varones, 32%. Ambos sexos reconocen que olvidan dar la prioridad al conductor que viene por su derecha en las intersecciones, 30%; y la mayoría, el 70%, aceleran cuando se acercan a un semáforo que está en amarillo.
La lectura de esta encuesta, que tiene la limitación de implicar una autocrítica, difícil para la mayoría, corrobora las observaciones cotidianas del tránsito y contribuye a entender muchos de los siniestros que cobran tantas vidas en nuestra ciudad y en el país.
Desde el punto de vista social y de la seguridad vial, sin duda, un mayor ordenamiento vial, con reglas claras y que se hagan respetar, sumado a la educación vial de los conductores acerca de la interdependencia en el sistema del tránsito, y para el desarrollo de habilidades para juzgar las situaciones problemáticas, saber auto-controlarse, y cooperar en el tránsito, contribuirían a pacificar la convivencia vial para el bien de todos. Sin embargo, pocos conductores reciben capacitación y muy pocos cursos incluyen estos importantes tópicos.
Lic. María Cristina Isoba