En plena pandemia del coronavirus, con más de 40.000 fallecidos registrados, los argentinos llegamos a este fin de año, desgastados y afectados por nuestras vidas alteradas por la enfermedad, sus consecuencias sociales y económicas y la incertidumbre del porvenir.
Mientras tanto, a partir de la apertura de la mayoría de las actividades productivas se incrementó en los últimos meses la circulación de vehículos, con un aumento de los siniestros de tránsito en todo el país. Por ende, de los muertos y heridos.
Pero entre ellos, llama la atención el registro de varios hechos en los cuales, los responsables de los choques mortales, huyen a gran velocidad dejando a las víctimas abandonadas en la calle. Se destaca el caso ocurrido en la ciudad de Buenos Aires, el pasado jueves por la noche, en que un joven, circulando a gran velocidad, arrolló con su auto, un VW Golf blanco, a un niño de 5 años y a su mamá, mató al primero e hirió gravemente a su madre, que cruzaban con semáforo a su favor la Av. Directorio y San Pedrito. Sin detenerse, huyó, sin socorrer a las víctimas.
Horas después del hecho, se presentó en la comisaría el dueño del vehículo, Rubén Ariel Papadopulos (44). Pero videos de diferentes cámaras captaron el recorrido del auto en varios tramos hasta que llegó a un garaje de Ciudadela en el que se vio a dos jóvenes descender del coche.El conductor fue identificado como Ricardo Emanuel Papadopulos, de 21 años, quien no contaría con licencia de conducir habilitante. El padre se presentó en lugar de su hijo, que se habría fugado y es intensamente buscado.
Más allá de que ha habido muchos casos de abandono de las víctimas anteriormente, el incremento de estos y el aparente encubrimiento de este padre, ante esta conducta deleznable de su hijo, amerita una reflexión.
¿Qué le pasa por la cabeza a un padre, que en lugar de procurar que su hijo afronte las consecuencias de su conducción temeraria, y de haber abandonado a sus víctimas, sin importarles su vida, trata de encubrirlo? ¿Qué tipo de persona adulta está educando?
¿Qué está pasando con el respeto por la vida y por los demás?
¿Qué clase de convivencia estamos construyendo en esta nación golpeada?
¿Cómo saldremos adelante si muchos reniegan del hacerse cargo de las consecuencias de sus actos, aún a riesgo de comprometer la vida de los demás?
¿Qué está pasando con nuestros legisladores, que desde hace años, no se ocupan de legislar los delitos contra la seguridad vial,cuyo proyecto espera desde hace años ser tratado, para que estos homicidas potenciales no lleguen a matar?
¿Y los controles de tránsito y sanciones a los que usan las calles y avenidas de pistas de carreras?
¿Cuál es la escala de valores de nuestra sociedad?
¿Leyes o barbarie? ¿Justicia o impunidad? ¿Vida o muerte?
Si cada uno hace lo que quiere en el tránsito, sin respetar las normas, ni a los demás, reinan el caos, el sufrimiento y la muerte.
El tránsito, que hacemos entre todos, nos refleja como sociedad.
Foto: TN