El tercer domingo de noviembre se recuerda a todas las víctimas de tránsito que han perdido sus vidas, o su salud, gravemente, en las calles y rutas. Sus existencias terminaron o cambiaron abrupta e inesperadamente, sumiendo a sus seres queridos en la más absoluta sorpresa, incredulidad, y desesperación. Nunca nada volverá a ser como era antes. Ni para los que ya no están, ni para las otras víctimas, sus seres queridos, que debieron reconstruirse interiormente para seguir adelante. Casi la mitad de los muertos han sido motociclistas.
Motociclistas que ya no están. Tragedias evitables.
Nuestro recuerdo a todas las víctimas y a sus seres queridos, y el pedido imperioso a las autoridades para que asuman su responsabilidad con todas las acciones necesarias, para aumentar la seguridad vial, como propone el Plan Mundial para el Segundo Decenio de Acción y disminuir significativamente el número de víctimas en el tránsito. Ese es el mejor homenaje en su memoria.