Hace casi tres décadas, comenzó en Islandia y en algunas ciudades europeas esta iniciativa de “Un día sin auto”, que se repite cada 22 de setiembre, novedosa propuesta ecologista para generar conciencia de los beneficios de reducir la movilidad vehicular para mejorar la calidad del aire, reduciendo la contaminación, fruto de la quema de combustibles fósiles. Curiosamente, el año pasado, en gran parte del planeta, debido a la sorpresiva y trágica pandemia del Covid 19, se suspendieron por semanas o durante meses la mayoría de las actividades y se limitaron los traslados en y entre ciudades, provincias y países para evitar la propagación del coronavirus y minimizar sus consecuencias mortales.
Algo tan terrible, tuvo una consecuencia positiva, que sorprendióa los habitantes de las ciudades. La experiencia de vivenciar una ciudad casi sin autos, donde fue posible escuchar el silencio o el canto de los pájaros en medio de la jaula de cemento. El peligro del contagio y las restricciones para el uso del transporte público, los obligaron a caminar para hacer las compras, en lugar de usar el coche. Muchas personas descubrieron que caminar o usar la bicicleta era algo posible y agradable.
Se dispararon las ventas de bicicletas y más gente se lanzó a las calles en bici o caminando y se instaló en los parques de su barrio para disfrutar el verde o para un encuentro al aire libre con amigos o familiares. Disfrutar de la ciudad sin congestiones, con menos ruidos y polución, y menos siniestros de tránsito ha sorprendido tanto que muchos se preguntaron, por primera vez, si no llegó el momento de incorporar estos beneficios en forma permanente.
Y de eso se trata el nuevo paradigma de la movilidad sostenible, enmarcada en un nuevo concepto de ciudades más habitables, seguras, saludables y amigables. Caminar y usar la bicicleta en lugar de subirse al coche. Para respirar aire puro, para mejorar la salud cardiovascular y el estado de ánimo, para disfrutar de la ciudad y sus espacios verdes, que los gobernantes tienen que adaptar para generar zonas peatonales, sin autos, vías de circulación seguras para peatones y ciclistas, eficientes medios de transporte público, reducir las velocidades máximas de circulación a 30 km/h en calles residenciales y construir ciclovías y bicisendas adecuadas para un creciente tránsito en dos ruedas, sin motor, entre otras medidas de incentivo a la movilidad activa. Por eso, no solo el día sin auto, sino todos los días: por tu salud, movete en forma sustentable y segura, caminando o en bicicleta.
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