Un taxista inauguró el primer penal para contraventores, un edificio en Nueva Pompeya con 10 calabozos, sin rejas. Manejaba borracho y se convirtió en el primer preso de la cárcel porteña. Acordó su pena en un juicio abreviado.
El taxista preso tiene 24 años, circulaba ebrio y chocó una tarde a otro auto en el barrio de Flores. Cuando el conductor damnificado fue a pedirle los datos del seguro, ni siquiera pudo bajar del taxi. El análisis de alcoholemia reveló que tenía 2,3 gramos de alcohol por litro de sangre, un estado de ebriedad grave. La ley establece tolerancia cero de alcohol para los conductores profesionales. Por eso el chofer fue condenado a 2 días de cárcel VIP y perdió diez puntos de su registro, aunque podrá seguir conduciendo.
Si se aprobaran los “Delitos contra la Seguridad Vial” que propone Luchemos por la Vida, este conductor debería haber sido procesado penalmente, y condenado a un plazo de prisión efectiva más prolongado, e inhabilitación para conducir por un tiempo significativo.
Foto: Gustavo Castaing