Trece vehículos, entre ellos dos camiones, chocaron en cadena en el kilómetro 83 de la Autopista Buenos Aires-Rosario, a la altura de Campana. El irreparable saldo: tres personas murieron y al menos once resultaron heridas, seis de ellas de gravedad,
Fuentes policiales aseguraron que una densa columna de humo, posiblemente generada por la quema de pastizales, dificultó la visibilidad en la ruta y donde se produjo el accidente.
Según publicaron los medios, las tres víctimas fatales viajaban en una Chevrolet Meriva que se incrustó debajo de un camión, por lo que murieron en el acto. En ese vehículo, viajaban otras dos personas que resultaron heridas de gravedad..
Nadie puede negar que una autopista parece achicar las distancias al hacer posible llegar a destino en menos tiempo y contribuir a la urbanización de zonas alejadas de las grandes ciudades, como la ruta Panamericana. Y se aleja también el peligro del tan temido choque frontal, por lo que muchos conductores confluyen a ella con una sensación de mayor seguridad, lo que los lleva equivocadamente a asumir mayores riesgos, conduciendo a muchísima velocidad, lo que incrementa el número de accidentes fatales. No tienen en cuenta que a esa velocidad se reducen los tiempos para reaccionar frente a un imprevisto -como en este terrible caso, cuando imprevistamente la visibilidad se redujo por humo- y aumenta la distancia necesaria para frenar, Para peor, están los que circulan a velocidad demasiado baja y otros a velocidad excesiva por cualquier carril, o los micros de larga distancia y camiones que sólo deberían usar el carril derecho y muchas veces no lo hacen, además de aquellos que cambian de carril sin usar luz de giro ni mirar atrás. En resumen, la mayoría de los conductores repite las imprudencias a las que están habituados en la ciudad, pero circulando muy rápido. Defectos en el diseño y mantenimiento aumentan el riesgo. ¿Cuándo dejaremos de asumir riesgos innecesarios? Para estas familias ya es demasiado tarde.