En 1990, no había en Argentina legislación contra el alcohol al volante. Se sucedían los siniestros de tránsito, y muchos de ellos tenía que ver con conductores cuyos análisis posteriores, muchos post mortem, arrojaban que estaban altamente alcoholizados. Sin embargo, no existía en la legislación de tránsito un límite a este comportamiento de altísimo riesgo.
Luchemos por la Vida realizó una encuesta a conductores sobre “Hábitos alimentarios y conducción” y confirmó que el 50 % de las personas conducían vehículos después de haber bebido alcohol. Por ello se decidió a concientizar sobre los peligros de conducir alcoholizado, por medio de campañas de divulgación, con afiches, publicaciones en medios gráficos, y spots publicitarios en TV y radios y promovió que se legislara sobre la cuestión, estableciendo claros límites de alcoholemia a los conductores.
Campañas en TV:
Así, impulsó el Decreto Ley N° 2.254/1992 que estableció en su art. 46 la prohibición de conducir “en estado de intoxicación alcohólica o por estupefacientes”. Este fue el prolegómeno del establecimiento del primer límite de alcoholemia de “500 mg por litro de sangre” plasmado en la reglamentación del art. 48 de la Ley Nacional de Tránsito Nº 24.449. Años más tarde se establecieron diferentes límites para conductores de motos (0,2 g/l) y profesionales (0 g/l).
El 20 de junio Luchemos por la Vida cumple 30 años. Mucho tiempo de intensa y fecunda tarea. De importantes logros. Y de frustraciones también. La seguridad vial argentina ha evolucionado en este largo tiempo. Pero aún queda muchísimo por hacer para que no mueran más personas en el tránsito. Esta es una tarea de todos.
¡La lucha continúa!