Dos estudiantes atropellados por un tren:
responsabilidad de un estado irresponsable que no educa
En el mes de marzo de este año, dos chicos murieron atropellados por un tren, mientras jugaban, con otros, sobre las vías del puente Vélez Sarsfield de Avellaneda. Dos vidas muy jóvenes, apenas trece años, con mucho por vivir, por soñar, por dar y recibir. Dos chicos que no deberían haber muerto. Porque a esa hora debían estar en la escuela, recibiendo clases. No debían estar jugando sobre las vías del ferrocarril . A esa hora... ni a ninguna hora. Y sin embargo, ocurre todo el tiempo.
En medio del debate sobre la responsabilidad de los directivos de la escuela que los dejaron salir del establecimiento en horario escolar, nadie piensa que las principales autoridades del “Ministerio de Educación” son, probablemente, más responsables de estas muertes que las autoridades del colegio.
Porque esta tragedia que nos sacude hoy, no es la primera ni será la última. Los comportamientos de riesgo de la población estudiantil suceden en horas de clase y fuera de ellas. Muchos niños y adolescentes, cerca de 900, mueren en nuestro país cada año en accidentes de tránsito que son evitables, muchos de ellos, víctimas de la distracción mientras están cruzando calles o el paso a nivel, o mientras juegan en la calle, o sobre las vías a ganarle al tren que viene, sin saber que esa es una pulseada despareja y que equivocarse puede costarles la vida.
Por qué no lo saben? Tal vez porque sus padres nunca fueron concientes de los riesgos del tránsito, por ende, no le transmitieron a sus hijos esa conciencia. No fueron educados vialmente, ni en sus casas, por carencias propias de su entorno, ni en la escuela, por carencias del sistema educativo. La construcción de una cultura de la prevención para el cuidado de la vida y de nuevas formas de convivencia responsables, solidarias y saludables, constituye una “urgencia” en nuestra sociedad, diezmada cada día en 20 personas ( según datos del año 2001) por la epidemia de
los accidentes de tránsito que son la primera causa de muerte en niños mayores de un año y en
adolescentes.
Pese a esto, los docentes no cuentan , salvo raras excepciones, con capacitación en el abordaje y contenidos de la educación vial y desde las más altas esferas de la educación se sigue eludiendo el tema sin brindarle a la educación vial un lugar y contenidos definidos y continuos en los planes de estudio, pese a que en “teoría” forma parte de los mismos. Y si algún funcionario dice lo contrario, pregúntele un padre a su hijo cuántas veces trabajó en clase sobre este tema.
Luchemos por la Vida, que investiga y trabaja “gratuitamente” en las escuelas de la ciudad de Buenos Aires y del Gran Buenos Aires, desde
1994, desarrollando talleres participativos para niños y adolescentes, conoce las carencias que afectan a la población docente en la temática y la enorme necesidad de toda la comunidad educativa (docentes, padres y alumnos) en la cuestión. Y Luchemos también sabe de las evasivas y dilaciones, cuando no absoluta indiferencia, de la mayoría de los funcionarios de educación cuando se les brindan propuestas serias y concretas de acción.
La escuela EGB Nº 1 de Avellaneda, a la que concurrían las víctimas de esta tragedia fue visitada por Luchemos, a pedido de sus autoridades, en el mes de setiembre pasado. Tarde, para los que ya no están, tal vez a tiempo para los que sobrevivieron.
Hechos como éste nos recuerdan dolorosamente que lo que no se cura se agrava. Y que la desidia de las autoridades le cuesta a la nación no sólo muchos pesos, también, y por sobre todo, miles de vidas, en calles, rutas... y vías ferroviarias.
Redefinir la educación vial
Hacer educación vial es mucho más que enseñar normas y señales de tránsito.Mucho más que transmitir información. Transitar por las vías de circulación, implica un proceso que compromete a la persona toda, en sus aspectos psico-físicos individuales y en su relación con las demás personas y su medio ambiente. Es decir que involucra un proceso bio-psico-social y ambiental. Por lo que, al hacer educación vial, promovemos el desarrollo de la persona humana en sus dimensiones: individual, social y ética. Por ello decimos que la educación vial es: -Educación para la salud, ya que implica aprendizajes para el cuidado y preservación de la propia vida y la de los demás en la vía pública. -Educación para la convivencia social, ya que implica aprender a convivir y compartir con seguridad y respeto ese espacio que es de todos. -Educación ambiental, considerado en sentido amplio, es decir, teniendo en cuenta a la misma como un instrumento par transformar el medio ambiente humano, en las vías públicas, para una mejor calidad de vida humana, no sólo en lo relacionado a los aspectos contaminantes del funcionamiento del sistema (contaminación sonora, del aire, visual, etc), sino también para el desarrollo comunitario, de un espacio de convivencia más armónico, pacífico, sano y seguro. Esta perspectiva es, en líneas generales, coincidente con los enfoques actuales de la temática en los países de la comunidad europea y americana más avanzados en el tema. Pero algo que no se trabaja suficientemente en la tarea educativa, en la mayoría de los países, es el concepto de “tránsito”. Hablamos todo el tiempo de seguridad para el tránsito, de educación para el tránsito... del transeúnte... Pero ...Qué es el tránsito?... Responderemos en la próxima revista. |
Lic. María Cristina Isoba