revista "luchemos por la vida" - Año 7 - Nº 20
Editorial

Un año de crisis este año 2002. Y como toda crisis, sacude y cuestiona. Este tiempo nos sorprende a los argentinos descubriendo que no todo lo que relucía era oro. Que la situación económica está desbarrancada, producto de sucesivos errores y/ o negligencias públicas. El resultado es más pobreza y marginación. Más delincuencia y violencia.

Hoy, entre derechos avasallados por el mismo estado, en nombre de una supuesta estabilidad del sistema financiero, y planes jefes y jefas de hogar para tratar de paliar el hambre de los más desposeídos, flota la pregunta "qué nos pasa a los argentinos" para encontrar la respuesta a "cómo salimos de ésta".

Mientras tanto, el estado atiende, a los ponchazos, lo urgente y se descuida, más que de costumbre, lo necesario.

Muchos son los que piensan que los argentinos no tenemos líderes políticos confiables. Muchos piden que se vayan todos y a la vez no saben bien quién puede tomar la posta.

Muchos hablan de que la crisis es más política que económica y algunos se atreven a ir más allá y afirman que la crisis es moral y/o cultural. Una crisis de valores. Padecemos anomia, falta de normas, y/o más bien de su cumplimiento.

A menudo desde nuestra tarea, en este campo de la prevención de los accidentes de tránsito, advertimos sobre la profunda crisis que nos afecta a los argentinos, de la falta de ley que impera en nuestras calles y rutas, aunque haya ley escrita, del estado de anarquía. De la negligencia de los políticos y autoridades que tienen que hacerla cumplir y no lo hacen. Y de los resultados de este proceder: muerte y dolor.

Urge un cambio individual y social. Es necesario cumplir y hacer cumplir las normas para vivir más y mejor. Reconocer el espacio compartido de la vía pública como el espacio que es "para" todos y "de" todos y no "tierra de nadie".

Difícilmente salgamos los argentinos de "ésta"sin un cambio de actitud personal. Y para esto no hace falta pensar en grandes acciones sino en las de todos los días. Desde nuestro proceder en casa, con nuestros seres más queridos, y en el trabajo, hasta nuestro andar en la calle, nuestra convivencia anónima con los que comparten la ruta por la que circulamos. ¿Qué hacemos cada día?... lo que más "me" conviene, aunque sea contrario a la ley y jorobe a los otros, o lo "correcto" que conviene a todos, aunque me sea molesto? . El semáforo rojo, el peatón que cruza, la prioridad de paso, el lugar prohibido para estacionar, la velocidad máxima y la mínima, etc. etc. son para nosotros, conductores, motivo de respeto "siempre", "nunca" o "depende"? Porque mientras la respuesta sea: "depende", los argentinos tenemos un problema importante, la falta de conciencia del bien común, la falta de convicción de los beneficios que nos depara vivir bajo un estado de derecho y respetarnos los unos a los otros. Si decimos "depende" empecemos a entender por qué a la Argentina le va como le va. Si todo depende de en qué lugar uno se encuentra y qué es lo que más le conviene, seguirá siendo el resultado muerte y dolor.

 

Alberto José Silveira
Presidente de Luchemos por la Vida


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